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iPad y las universidades

La formación superior vivirá una revolución para adaptarse a un nuevo modelo de aprendizaje: el “mobile learning”.

La irrupción del fenómeno iPhone supone una revolución en el modo en que las personas interactúan con sus teléfonos móviles y en la forma en que se relacionan con su entorno social. El acceso a información en cualquier lugar y en todo momento, la comunicación a través de redes sociales –especialmente Twitter y Facebook–, la producción de vídeos y audio y la descarga de juegos no sólo suponen una transformación en los hábitos de ocio y consumo del usuario, sino un cambio cultural que no resulta ajeno al ámbito académico.

Aunque todavía se encuentra en una fase experimental, cada vez son más las universidades y escuelas de negocios que introducen la metodología mobile learning –esto es, formación a través de smartphones, smartbooks, tabletas digitales, netbooks, PDA, etcétera– en sus planes de estudios. Algo que no carece de lógica, a tenor de los datos sobre conectividad que ofrecen diferentes estudios, como La Sociedad de la Información en España 2009, elaborado por la Fundación Telefónica, que asegura que en el año 2020 los dispositivos móviles serán la principal herramienta de conexión a internet para la mayoría de la población.

El efusivo recibimiento concedido a soportes como el iPad –sólo entre abril y junio, Apple vendió 3,3 millones unidades de la mediática tableta–; la llegada de sus primeros rivales –como el PlayBook que Blackberry ha presentado esta misma semana– ; y la rápida consolidación de Android –el sistema operativo para móviles de Google ya tiene una cuota de mercado que supera la de iPhone OS– no hacen más que corroborar esta tendencia hacia una sociedad hiperconectada. En este escenario, el mobile learning representa la evolución natural del actual e-learning.

Estados Unidos y Canadá son los mercados más avanzados en formación móvil, seguidos de los países escandinavos y Reino Unido. Entre otros centros, las universidades de Stanford, Yale, Berkeley, Seton Hill, la Cristina de Abilene, Oxford y el MIT, en Estados Unidos; la Universidad Técnica de Delft en Holanda y la Universidad de Manchester en Reino Unido hace tiempo que están apostando firmemente por este tipo de formación.

En España, sin embargo, el mlearning se encuentra todavía en una etapa incipiente. Como muestra un estudio de la consultora Tea Cegos, actualmente sólo un 3% de los profesionales ha recibido formación a través del móvil en su organización.

Sin embargo, desde el año pasado algunas universidades y escuelas de negocios han comenzado a poner en marcha diferentes proyectos basados en dispositivos móviles. En el ámbito universitario, la Universidad a Distancia de Madrid (Udima) es el primer centro online en implementar un programa en pruebas para estudiar la carrera a través de un iPad que se entrega a los alumnos. Para Ana Landeta, directora de innovación de esta institución, “el mobile learning está haciendo que la formación online viva un momento dulce, porque hace posible la comunicación en tiempo real, que hasta ahora era uno de sus grandes obstáculos”. De hecho, como destacan todos los expertos consultados, la principal ventaja competitiva de este nuevo modelo es que permite que el estudiante se forme a cualquier hora, desde cualquier lugar.

Pero no sólo es eso. Marcello Rinaldi, responsable de social learning de Avanzo y autor del blog www.marcellorinaldi.com, cree que el gran beneficio que introduce el mobile learning responde a un componente de aspecto cultural: “El alumno asocia a conceptos positivos el hardware y el software de sus teléfonos y tabletas. De este modo, el dispositivo se transforma en algo más que una intranet o un campus virtual. Es una joy machine”, explica.

Redes sociales
En estos soportes la formación se traslada a entornos virtuales que los alumnos están acostumbrados a utilizar, como juegos y redes sociales, y aportan funcionalidades que no ofrece un ordenador de sobremesa, como el geoposicionamiento. En resumen, el mobile learning adopta parte de la filosofía de la web 2.0 –que fomenta la cultura participativa de los usuarios a través de blogs, redes, wikis, etcétera– al tiempo que introduce un cambio de paradigma en la metodología de formación.

En palabras de Ignacio Povedano, director de desarrollo empresarial del Instituto de Formación Online (IFO), “ya no se trata de un experto que enseña y un participante que aprende. El alumno es consciente de que puede contribuir en gran medida al proceso de aprendizaje”.

Coincide con esta opinión Tiscar Lara, vicedecana de cultura digital de la Escuela de Organización Industrial (EOI). Por segundo año, este centro combina la formación presencial con la impartida a través de dispositivos móviles. Según explica, la experiencia intensifica el trabajo colaborativo en red de sus alumnos –ponen en común calendarios, documentos, vídeos, audios, etcétera– y, sobre todo, facilita la producción y publicación de contenidos desde cualquier lugar. No es la única escuela que estudia las posibilidades de smartphones y tabletas digitales. Paris L’Etraz, vicedecano de programas online de IE Business School, anuncia que este centro se está planteando también propocionar a cada alumno un dispositivo portátil: “Estamos estudiando cuál resulta más conveniente. El éxito del mlearning vendrá de alinear la tecnología, la metodología, el profesorado, y ligarlo a las redes sociales”.

Por su parte Nicholas Peachey, consultor inglés de tecnologías de e-learning, está convencido de que en un futuro cercano todas las escuelas acabarán funcionando con tabletas digitales. “Depende de la prisa que se den los competidores de Apple en ofrecer una competencia real a iPad, así como de la estandarización de las plataformas y de que estudiantes, profesores y empresas acepten la tecnología móvil como un modelo viable de formación”, vaticina.

Pero no son los únicos retos del sistema. Por ejemplo, está pendiente resolver algunas cuestiones relacionadas con la privacidad y con la gestión de las aulas, adaptar el modelo a tecnologías como el libro electrónico y la realidad aumentada –que combina el mundo físico y virtual– y, más a largo plazo, apostar por la computación basada en el gesto y en el análisis visual de datos. Pero eso queda aún lejos. Quizá el principal dilema ahora sea si realmente podremos confiar en que el iPhone sustituya al tradicional profesor estrella. Bill Gates lo tiene claro: “En cinco años las mejores clases universitarias se impartirán a través de Internet”.

Fuente Informativa: http://www.expansionyempleo.com/


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